D. Isaías
El martes 16 de febrero D. Isaías habría cumplido 94 años (71 ordenado sacerdote).
Entró en el seminario de Madrid con once años en 1939 y esta situación de post guerra forjó, sin duda, su carácter y su sacerdocio. Formados por personas como D. José María García Lahiguera, o su tío don Cesáreo Barroso, eran jóvenes que habían sido testigos de la entrega de los mártires y quizás por eso, don Isaías desarrolló una gran fidelidad sacerdotal, virtudes humanas, una efectiva fraternidad sacerdotal y un marcado amor a la diócesis. En una entrevista, hace años, decía a los seminaristas que los fundamentos del sacerdocio son la Cruz, para abrazarla y dejarnos abrazar por Ella y la Eucaristía (les invitaba a tener alegría y una gran piedad mariana).
El Señor también le concedió una fuerte sensibilidad por las misiones apoyando la labor misionera en la Amazonía y en África, y por las vocaciones. En este sentido, tanto su familia (han sido ocho los sacerdotes diocesanos) como su trabajo pastoral, ha sido fuente de muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Tras servir en Cobeña y en Nuestra Señora de Fátima, fue nombrado párroco de san Juan Crisóstomo, hace cincuenta y cinco años, con la misión de crear una nueva parroquia. Desde entonces, D. Isaías ha sido un sacerdote que ha gastado el calzado visitando cada familia, parándose horas en la calle a saludar a las personas, enfermos y pobres y, por supuesto, desarrollando una ingente labor pastoral en este barrio. Son muy pocos los que no han recibido un sacramento de sus manos. Por eso, hablando del templo parroquial, no paraba de decirnos que cada ladrillo “le hablaba”. Los feligreses le han mostrado siempre un afecto verdaderamente especial.
Ha vivido siempre con su hermana Dorita. Desde su jubilación, no ha dejado de ayudar en la parroquia, celebrando cada día la santa Misa, predicando y visitando enfermos. Lo ha podido hacer hasta el confinamiento. Después, venía a concelebrar los domingos en la misa de 12 hasta el mes de septiembre cuando comenzó a tener dificultades para hablar y caminar. Desde entonces, cada día ha recibido la santa Comunión, sin dejar de rezar la Liturgia de las Horas y el santo Rosario. Sus sobrinos han estado pendientes de Isaías y Dorita en todo momento.
En estos últimos meses, siempre que le hablábamos de la parroquia rompía a llorar. Estamos absolutamente seguros que no ha parado de orar y ofrecer todo por esta comunidad parroquial.
El domingo del buen pastor de 2018 nos dijo: cada día que entro en el templo, le digo al Señor: cuánto quisiera ser un buen pastor. No es que lo sea, sino que lo desearía.
En una reunión de Vicaria de 2017, en la reunión por grupos dejó impactados a algunos curas jóvenes al decir que para él era muy importante hacer cada día la Eucaristía nueva y vivir de ella.
En la entrevista que le hicieron los seminaristas, terminaba diciendo:
“Después de 50 años, cuando uno se levanta tiene que decir: «hoy comienzo a ser sacerdote»; porque si cada día comenzamos así, se vive el sacerdocio con ilusión”
Hace un año partió al cielo su hermano sacerdote Antonio. Ahora, Don Isaías será para nosotros un gran intercesor porque seguirá ejerciendo su sacerdocio en el cielo en favor nuestro. No tenemos dudas de que los frutos se multiplicarán en nuestra parroquia a partir de hoy.
Que Santa Teresa de Jesús, de quién era tan devoto, san Juan Crisóstomo, san José y Nuestra Madre interceden por él.